Cualquiera que haya entrado a la cancha a jugar un partido de tenis, se ha dado cuenta de que no sólo basta con tener una buena técnica, sensibilidad en la muñeca o un estado físico impecable. El factor clave, claramente, es otro: la mente. Y es que hasta los grandes tenistas del mundo han pasado por sendos "trances" donde su cabeza podía más que su juego, cayendo en una espiral sin atisbo de regreso. Lo vivió Roger Federer en sus años de juventud, cuando usaba la "cola de caballo" por inicios del 2000. Un temperamental de aquellos, que supo trabajar el tema mental y hoy lo vemos jugar casi sin despeinarse.
El aspecto mental juega un rol clave en el tenis debido a las características intrínsecas en el mismo: uno juega sólo, no hay nadie más en la cancha que tu rival. Así, no ocurre como en el fútbol, donde puedes "salvarte" del error apoyándote en tu compañero o en la defensa. Mientras que en tenis, si fallas pierdes el punto: o fallas por acierto del rival, o por error tuyo.
En todo encuentro de tenis la tensión se impregna en el ambiente. Todos te miran, todos están pendientes de tus movimientos. No son 22 ó 10 jugadores involucrados en el juego como en el fútbol o en el básquet, sino que solamente hay dos: tu rival y tú. La presión se ejerce desde los dos lados: el favorito tiene la "obligación" de ratificar sus pergaminos y lograr la victoria, mientras que el novato o no tan rankeado jugador, va por "el golpe" o la sorpresa, teniendo siempre en cuenta que al frente está otro jugador, apriori, superior a él.
En el fútbol se dice que son once contra once y todo puede pasar. Esa es una muletilla muy clásica en el periodismo deportivo y en las declaraciones de los mismos futbolistas. En el tenis no se puede decir lo mismo. El ranking ATP lo refleja claramente: los mejores arriba, en la cima; los "no tan buenos" marchan abajo, casi de incógnitos. Hay diferencias en el nivel de juego, muchas veces muy grandes con resultados muy abultados, tal como si se enfrentaran un equipo de 1ra división y uno de 7ma división. Lo malo es que, en el tenis, el jugador novato siente de extra la presión y muchas veces no logra desarrollar su verdadero juego.
Apostar por un psicólogo para el profesional de tenis debería ser una recomendación a seguir, al menos hasta que se moldee un carácter sólido y se llegen a controlar los ataques temperamentales. Se dijo por mucho tiempo que Lucho Horna era un jugador de nivel top 20 del cuello para abajo, pero que por su "cabeza" y sus "idas" en los partidos, nunca llegó a consolidarse.
Abajo, dos videos que ilustran cómo NO hay que reaccionar nunca, perdiendo los papeles. Videos que ya se han vuelto clásicos en el tenis cortesía de Marcos Baghdatis y Mikhail Youzhny.