En
cada partido, un barrista debe lidiar con dos enemigos. Al frente, en
la otra tribuna, los encarnizados rivales del equipo contrario provocan
con cánticos ensordecedores y pifias humillantes. Una vez afuera –y
antes del partido incluso- los barristas están expuestos al control
policial que casi siempre hace bien su trabajo: atrapan a un par en cada
partido. ¿Quién los ayuda?, ¿Quién los defiende? Esta es una historia
detrás del espejo. De aquellos juristas que prefieren patrocinar a un
‘Bolón’, a un ‘Juancho’ o a un ‘Gordo’ sin importarles el qué dirán y de
los policías ‘amistosos’ que prefieren hacerse los ciegos a cambio de
una generosa contribución.
- Arregla de una vez ‘gordo’, vas a perder- dijo César.
- ¿Cuánto tiempo me queda para que me pasen al otro lado?- preguntó sin demostrar miedo el barrista.
Estaban
en la comisaría de Pueblo Libre, rodeados de dos policías que trataban
de escuchar su conversación a toda costa. Una hora antes, el ‘gordo’
había caído a manos de 3 efectivos de serenazgo que realizaban su ronda
nocturna de rutina: lo habían atrapado realizando tiros al aire en plena
calle. El barrista, descubierto en plena falta, no pudo replicar mucho
en su defensa: lo encontraron ebrio, mal vestido y sin documentos. Había
estado en una celebración callejera con algunos barristas más,
festejando en medio de un mar de alcohol la victoria del Alianza Lima.
- ¿Cómo es jefe?- preguntó César al policía que se encontraba al lado.
La
situación se tornaba peligrosa ya que el ‘gordo’ había llegado hasta la
comisaría. En una redada, lo normal para barristas y policías es que arreglen ahí mismo, antes de que lo levanten hasta la comisaría. El arreglo
varía de acuerdo al delito por el que se le ha detenido y va desde 50
soles por robar un celular hasta 1000 soles por delito de lesión leve o
tenencia ilegal de armas. Estás tres situaciones son los delitos más
frecuentes que se le imputan a los barristas. El homicidio es muy raro,
pero a veces ocurre.
-
Por el arma, no va a ser barato- contestó el agente policial,
frotándose los dedos en la típica señal universal para referirse al
dinero.
Resignado, en una celda estrecha y de olor nauseabundo, el ‘gordo’ tuvo que arreglar.
Barrista experimentado a sus 31 años, estaba a punto de terminar sus
estudios de ingeniería en la universidad Garcilazo. La coima, que
ascendió a 1000 soles, lo dejó sin dinero para pagar un ciclo más de
universidad.
Malos elementos
“Los
que caen en batidas son los chiquillos, aunque no siempre. Sin embargo,
es sabido que en el 85% de los casos se soluciona ‘al momento’ con la
policía mientras que el otro 15% a veces se complica más y llegan a ser
detenidos”, comenta JD, joven abogado de la universidad católica que
prefiere mantenerse en el anonimato debido a posibles represalias de
barristas enemigos. Él ha tenido y visto de cerca muchos casos en los
que estaban involucrados sus amigos de la tribuna.
La
detención de un barrista involucrado en alguno de los delitos antes
mencionados –robo agravado, tenencia ilegal de arma o lesiones leves-
forma parte de un proceso que funciona a modo de cadena: hay pasos que
se van dando conforme se ‘arregle’ o no.
Lo
primero que se hace una vez detenido el presunto delincuente es
llevarlo a la comisaría. Como no se puede detener ninguna persona por
más de 24 horas sin encontrar pruebas, lo que hacen muchos malos
elementos de la policía es sembrarle droga. Según
explica JD, lo hacen para “poder retenerlo más tiempo ya que los únicos
delitos que permiten dejar encerrado a alguien son los de terrorismo y
tráfico ilícito de drogas”. Así, la policía cuenta hasta con 15 días
para realizar su investigación en busca de pruebas, de lo contrario el
barrista sale libre.
Luego,
si es que existen indicios de culpabilidad, es trasladado a la
fiscalía. El fiscal decide si el implicado tiene o no suficientes
pruebas en su contra como para pasar al último eslabón de la cadena: ver
al juez. Es el juez quien, basándose en las pruebas, determina si se le
abre instrucción o se archiva el caso.
Relaciones legales e ilegales
¿Cómo
es que algunos abogados arriesgan su prestigio defendiendo causas casi
indefendibles? ¿Cómo llegan a patrocinar a un barrista arrestado con
muchas pruebas en contra? La situación es más sencilla de lo que parece:
el barrista –o la familia- contrata a abogados conocidos, muchas veces
amigos del barrio o incluso ex barristas que decidieron cambiar las
piedras de los ‘guerreos’ (enfrentamiento entre barras bravas) por los
libros.
César
P, quien también ha apoyado a muchos barristas –entre ellos el
‘gordo’- afirma que lo hace ad honorem ya que en muchas ocasiones los
barristas son de condición humilde y sin recursos económicos para
solventar su defensa. No obstante, como bien apunta JD, en esos casos
son los barrios los que apoyan y hasta realizan colectas a favor del
miembro caído, que sirven para pagar al abogado –si es que cobra- o para
su comida mientras esté tras las rejas.
A
pesar de los actuales esfuerzos del Ministerio del Interior por
controlar a las barras bravas, es evidente que la policía no asume su
verdadero papel y les tiran la pelota a los clubes,
argumentando que deben empadronarlos. Tanto César como JD coinciden en
que se debería fiscalizar primero a la policía, ya que según los
abogados es en los propios policías donde empieza la cadena de
corrupción que desde hace muchos años ha existido entre ellos y las
barras.
Mientras
los barristas sigan sabiendo de que con un poco de dinero van a poder
comprar su libertad, van a continuar con los disturbios de siempre. Una
historia poco conocida en las afueras, pero que es lugar común en la
idiosincrasia de barristas y policías. Una relación de mutua necesidad:
barristas que necesitan carta libre para delinquir y malos elementos
policiales que quieren dinero fácil a cambio de hacerse de la vista
gorda.